Jorge, de origen polaco vino a España
con sus padres cuando él tenía 5 años. Es un hombre atlético, activo e
inquieto, nunca le parece suficiente y siempre quiere más, insatisfecho. Desde
que era pequeño le encanta escribir y leer, por esto sufrió situaciones de
mucha violencia con sus compañeros, no entendían ni respetaban que a él no le
gustase jugar al fútbol o a cualquier deporte… “eres una nenaza”, “vaya
maricón…”, “vete a tu país a escribir”… numerosos insultos y descalificaciones
tuvo que echarse a las espaldas y continuar como si nada pasase.
Él es muy cuidadoso con su aspecto
físico, le gusta vestir con ropa formal, todo muy limpio y planchado, le pone
muy nervioso el desorden y la falta de limpieza. Sin embargo, su mirada es
triste, vacía y perdida… produce empatía y simpatía a la gente que le rodea
pero él prefiere estar solo, desconfía.
Vivía con sus padres en la ciudad. El
ruido, las prisas, el alboroto, la gente malhumorada a primera hora, autómatas
que ni si quiera te miran a los ojos cuando les hablas porque los tienen
pegados a pantallas… todo esto le provocaba ansiedad y mucho estrés, se dio
cuenta que la ansiedad y nerviosismo es contagioso y más en las personas que
quieres y te quieren. Por consecuencia, decidió alejarse, desconectar para
volver a conectar.
Se fue a vivir al bosque, en una
casita de madera que tenían sus padres en Sierra Morena. Comenzó a cultivar
tomates, calabacines, cebollas… en una pequeña huerta y los solía bajar los
jueves al pueblo más cercano y venderlos en el mercadillo, le encantaba los
olores tan intensos de las hortalizas y verduras, colores verdes, rojos,
berenjenas, acelgas, rábanos, lechugas… Un día,, alguien le habló de una plaza
de forestal y decidió postularse, con el objetivo de comenzar de nuevo y
reencontrarse a sí mismo, dejando atrás recuerdos dolorosos y situaciones que
le causaba mucho malestar.
Jorge tenía un trato cordial con sus
vecinos aunque especialmente, su vecino más próximo le mirada con desprecio y
las veces que han conversado siempre ha sido porque él le estaba recriminando o
atacando por cualquier mínimo detalle. Pero él no quería problemas y necesitaba
vivir en paz, por tanto no quería jugar con sus mismas cartas.
Nueve meses después de la mudanza de
Jorge, sucedió algo que volvería a poner patas arriba la paz y serenidad que
estaba viviendo Jorge. Una mañana salió fuera del pueblo para hacer unas
gestiones y cuando volvió a su casa tenía a todos los vecinos esperándole en su
puerta, con gritos de “has sido tú”, “estás loco, no ha podido ser nadie más”,
“no podemos fiarnos de un extranjero”, “a la cárcel”…
Jorge no entendía lo que estaba
pasando y se quedó bloqueado como una presa cuando ve a su depredador. Todo
aquello ya le era familiar…
Le acusaban de incendiar el bosque,
lo justificaban por verle en alguna ocasión quemar hojas secas en el jardín de
su casa. Jorge se defiende, explicando que porque él haya quemado hojas en su
casa no significa que haya tenido que quemar el bosque. El vecino siguió
insistiendo en que había sido él pero el pueblo le pide pruebas para confirmar
esa acusación. Éste se siente presionado y sin argumentos y se entrega,
explicando que él había sido el causante de ese incendio y acusó a Jorge porque
no podía soportar que viviese cerca suya, que tuviese un lugar en el pueblo y
que se mostrara siempre tan inteligente y brillante en todo lo que hacía y
decía.
Jorge tras todo este revuelo se siente muy incómodo viviendo en el pueblo y decide volver a la ciudad… quizás debería adaptarse al mundo inmundo y encontrar su sitio y su lugar entre tanto caos.