El verano de 1972 no será recordado por muchas
personas, ya que para toda España fue un verano caluroso más, en el que los
pueblos se llenaban de vida y las grandes ciudades se vaciaban. Sin embargo,
este no es el caso de los habitantes de Bande, un pequeño pueblo del sur de
Ourense.
Bande era un pueblo pequeño, de no más de 30
habitantes durante el invierno, que veía crecer su población casi el doble
durante los meses de verano, debido a las personas que emigraban de la gran
ciudad buscando refugio y tranquilidad entre las montañas que lo rodeaban. No
tenía más de siete calles, las cuales acababan todas en la plaza, lugar donde
se encontraba el único bar del pueblo, haciéndola así el sitio de reunión por
excelencia. El pueblo también contaba con una iglesia y un cementerio del que
todos los niños huían por miedo a las leyendas que por el lugar circulaban. El
pueblo también estaba lleno de cuestas que permitían observar el paisaje y las
montañas que rodeaban Bande.
En dicha plaza, se juntaba todas las tardes un
grupo de estudiantes compuesto por 4 chicas: Marta, Laura, Sofía e Iria, y 3
chicos: Jorge, Juan y Gerardo (los dos primeros eran hermanos gemelos). Para
recaudar dinero para estudiar en la universidad de Santiago, iban de pueblo en
pueblo organizando la música de las fiestas populares. El grupo no practicaba
música, no se lucía en eso, lo que les gustaba era montar y desmontar el
escenario.
En las noches de verbena, tras realizar su
trabajo, la pandilla disfrutaba de los conciertos, bailando hasta el final de
la actuación sin parar. Eso sí, cuando aparecían los del pueblo de al lado, con
los cuales mantenían una permanente rivalidad, la música pasaba a un segundo
plano y ganar la pelea se convertía en lo más importante de la noche.
Las mañanas para estos jóvenes eran mucho más
tranquilas. Iban de paseo hasta el molino que se encontraba cerca del río Rimia
y las ruinas romanas de la zona, donde se ponían al día con las historias que
habían vivido durante todo el año.
Una noche de aquel verano, en la gran fiesta
tradicional del pueblo, donde la población se triplicaba y acudían pueblos de alrededor,
sucedió una gran desgracia que paralizó al pueblo entero. Lo que se preveía una
noche agradable y divertida, que todos los habitantes del pueblo preparaban y
organizaban durante todo el año con ganas e ilusión, se convirtió en una
pesadilla que emborronó toda la felicidad de esas fiestas.
Tras esa noche de música y bailes, uno de los
gemelos, Juan, se ausentó tras recibir una nota de Iria en uno de los bolsillos
de su chaqueta, citándole a las 12 de la noche en las cuevas de las ruinas
romanas. Dirigiéndose hacia allí, muy emocionado, ya que desde hace años estaba
enamorado de Iria pero nunca había surgido ningún acercamiento entre ellos.
Esta era la oportunidad perfecta, ¿se habría dado cuenta ella de que sentía lo
mismo por él?
A la mañana siguiente, el otro hermano gemelo, Jorge, se despierta y encuentra la cama de su hermano intacta, como si no hubiese pasado la noche en casa. Sorprendido, interrumpe el desayuno de sus padres preguntándoles por Juan. Su madre le contesta que pensaba que los dos habían vuelto a casa a la misma hora y que no había entrado a la habitación para no despertarlos.
Las horas pasaron y no había rastro de Juan, preguntaron a todo el pueblo y nadie sabía nada, la última pista que tuvieron de él es que a mitad de la noche se ausentó del baile para ir al baño y ya no volvió. La angustia de los padres y su hermano aumentó con el paso de las horas y comenzó una búsqueda por el pueblo. En una de las búsquedas por la zona de las ruinas romanas encontraron un papel caído en una roca que ponía: “Juan, nos vemos a las 00:00h en las cuevas de las ruinas. Iria.”
Inmediatamente, el grupo que lo encontró fue a
pedirle explicaciones a Iria pero ésta negó rotundamente que esa nota fuera
suya, anoche vio a Juan en el baile con todo el grupo pero no quedó con él a
esa hora ni en ese lugar. Dudaron de su palabra pero tampoco podían confirmar
nada, ya que Marta y Laura corroboraron que Iria estuvo con ellas.
Las hipótesis pueden ser tan numerosas como la simpleza más evidente. En la explicación, el misterio se suma, más bien se multiplica porque toda la región se implica en solucionar el asunto, la fechoría o la travesura han trascendido a toda velocidad, la ansiedad y la confusión aumentan cada día, todo se peina, se rastrea, los pozos se investigan, las cuevas se revisan y nada…
Buscaron durante 48h a Juan por cada rincón del pueblo, especulando con cualquier situación, un accidente en las rocas de las ruinas romanas, ataque de los lobos que había por la zona y que de noche se acercaban al pueblo en búsqueda de comida o porque la fiesta de esa noche se fue de las manos… sin ninguna respuesta decidieron reunirse en el molino para abordar la situación y decidir más líneas de actuación para encontrarle. Iria estaba muy preocupada por el engaño de la nota, constantemente se preguntaba quién habría escrito eso haciéndose pasar por ella y qué quería conseguir con eso.
Cuando Iria volvió a casa se encontró una nota de Juan en la puerta, que le pedía encontrarse con ella en el molino para contarle todo lo que había pasado. Iria desconfiaba, pero tenía mucha curiosidad con el tema de las notas… En el molino no había rastro de Juan por ningún lado a la hora que ponía en la nota. Al instante, de la nada, se escuchó un ruido y se fue acercando cada vez más a dónde se encontraba Iria.
A las 8 de la mañana la madre de Iria fue a despertar a su hija para hacer unos recados juntas y comprobó que ésta no estaba en su habitación y que la cama estaba intacta, como si no hubiese pasado la noche allí.
El pueblo tras la
noticia comenzó a alarmarse y el miedo se apreciaba en el ambiente a través de
nerviosismo, gritos, llantos e incluso había personas que preferían no salir de
sus casas. Decidieron llamar a la policía ya que la situación se estaba yendo
de las manos y los vecinos ya no sabían cómo sostenerlo.
Pasadas las horas la
policía acudió al pueblo y se reunieron en la plaza principal, aquello parecía
uno de los días de fiestas donde la plaza se llenaba de gente, la diferencia es
que esta vez la gente estaba preocupada, angustiada y con mucho miedo. Los policías comenzaron a recopilar la
información y a interrogar a los habitantes.
-
Está bien. - dijo el inspector del caso. La situación es la siguiente:
dos adolescentes de 17 años, una mujer y un hombre, han desaparecido en las
últimas 48 horas, ambos recibieron una nota por parte del otro, supuestamente,
quedando en un punto en común. Ambas notas tienen la misma letra, por lo que lo
más acertado sería pensar que vienen de la misma persona.
El inspector se repetía constantemente cómo podía
ocurrir esto en un pueblo tan tranquilo y con tan pocos habitantes.
Decidió hablar con todos los amigos comunes y pidió
recoger muestras de sus escrituras para analizar si alguna caligrafía era
similar o idéntica a la de las notas, pero ni aun así encontraron ninguna pista
o hipótesis de algún posible sospechoso/a.
Salvo un día, en una de las búsquedas, encontraron
otra nota con la siguiente frase “homo homini lupus
est” (El hombre es un lobo para el propio hombre) y por la misma zona
observaron a un hombre del pueblo con un boli entre sus dedos, con un cuaderno
con hojas arrancadas y un tatuaje visible en el hombro de un lobo con una fecha
en números romanos. Inmediatamente la policía se acercó al hombre y le pidieron
hablar en su casa para hacerle unas preguntas, el hombre muy colaborador
accedió a ello. En su casa vieron como tenía varias colecciones de libros
antiguos sobre la época romana y el hombre tenía muchos conocimientos sobre
ello, pero demostró mediante fotografías que esos días estaba de vacaciones en
la playa y que volvió hace unas horas al pueblo, tampoco coincidía su letra con
la caligrafía de las notas…
Los próximos días comenzaron con la lista de posibles sospechosos, comenzaron con los interrogatorios. El pueblo se sentía observado y juzgado por cualquier mínimo detalle, la histeria colectiva se apreciaba en el ambiente. La investigación no avanzaba, porque cuando parecía que había una pista clara y un posible culpable, todo se desmontaba al indagar en el interrogatorio, la conclusión es que la policía no tenía ningún hilo por el que seguir tirando y la desesperación iba creciendo por segundos.
La policía acudió a las habitaciones de los dos
desaparecidos para echar un vistazo por si encontraba alguna pista. Observaron
que en ambas habitaciones había apuntes y libros sobre la época romana y
notitas con frases en latín con la firma de Juan e Iria, parece ser que se
mandaban notas escritas en latín. Sospechosamente alguna de las notas que
encontraron en las habitaciones, la caligrafía coincidía con la letra de las
notas encontradas por el pueblo. Inmediatamente la policía abrió un nuevo
frente y nuevas hipótesis, ¿se trataría de algo pactado y organizado por Iria y
Juan? ¿realmente era una escapada en vez de un secuestro?
La policía habló nuevamente con las familias, pero
esta vez con otra visión del caso. Sacaron en claro que ambas familias habían
tenido varias disputas por diferentes asuntos y que no tenían buena relación,
tampoco les gustaba que sus hijos fuesen amigos.
El caso llegó por fin a aclarecerse aún más cuando
Gerardo, uno de los amigos del grupo, con bastante enfado por el revuelo que se
había formado en el pueblo desde que Juan e Iria desaparecieron, acudió a la
policía y declaró no tratarse de un secuestro sino de una escapada de ellos
dos. Contó que Juan e Iria estaban enamorados y sus familias no aprobaban dicho
noviazgo. Por ello, decidieron abandonar el pueblo a escondidas y vengarse de
sus familias, devolviendo todo el daño que éstas habían causado en ellos por no
aprobar su relación.
Por fin llegó el día tan esperado para el pueblo, la
policía y las familias de Juan e Iria. El cartero entregó una postal a las dos
familias, lo que nadie esperaba es que esa postal fuese de Iria y Juan
explicando la situación, su escapada juntos, sus emociones de rabia por no
poder elegir libremente a la pareja que ellos quisieran sin aprobación de la
familia y la boda en secreto que celebraron hace unos días. Todos se quedaron
atónitos ante tanta información inesperada, aunque también muy aliviados de que
ellos estuviesen bien y no les hubiese pasado nada. En la postal informan que
vuelven al pueblo para conversar sobre lo ocurrido y de la nueva vida que
quieren emprender juntos.
La vergüenza de volver al pueblo les abrasaba, sin
embargo, de forma inesperada el pueblo les recibió con alivio y cariñosos
tirones de orejas. Bande decidió comenzar de nuevo con Iria y Juan después de
su arrepentimiento y numerosas disculpas, dándoles una nueva oportunidad, al
ser los dos conscientes de su gran error y del daño causado a todo el pueblo.
FIN.